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Un día…

octubre 4, 2010

Levantarse.- Uf… una vuelta, otra más. Apago el despertador, mi vejiga a punto de estallar. Otra vuelta buscando el lado bueno de la sábana. Me siento, dolor en los pies. Maldito ácido úrico. Las zapatillas, ora están, ora se fueron de fiesta. Suelo frío, golpe contra la pata de la cama con el quinto metatarsiano del pie izquierdo, dolor, otra vez.

El Baño.- El primer orín sentado, he descubierto que así me ahorro gritos luego. Un gas, otro.  Fuera pijama y a la ducha. Primera sensación buena del día. Agua fría, la bombona. La mili me hizo fuerte y aguanto. No hay gel, no hay problema salgo y pillo el de manos. Termino y tampoco existe la toalla. Josemari nunca fue previsor. Me seco con la del bidé que está nueva y admite mucha agua.

Desayuno.- …con diamantes no, café y tostadas apunto de churruscarse, para su alivio las unto con mantequilla o aceite y tomate, según me coja. Antes de todo lo anterior Omeoprazol de 40mg, por que no hay otro más fuerte. Me ayuda a que mi estomago y yo estemos en paz veinticuatro horas. La tele a las siete es un ir y venir de cadáveres y detenciones. Pongo Clan y veo Bob Esponja que me sirve de auto ayuda. El café ha puesto a trabajar mi intestino y me siento por segunda vez a rezar.

Trabajo.- Hasta hace un mes no, pero ahora si. Felizmente y agotador. Pensar, hablar, pelear. Ensuciarse, eslomarse – que es muy de aquí-  crear, hablar otra vez y a casa. Ocho horas y tarea realizada. Como estoy en un periodo de iniciación estamos proyectando algo interesante y pensamos con futuro. Los dioses nos ayuden y las hadas nos protejan o al revés.

El Baño.- Otra vez y con razón que llego como un cochino en una esterquera. El momento del día. Agua sobre mi lomo. Mas agua, lo siento por mi compadre chico que tiene que depurarla. Pero suelto el par de kilos que vienen de más. Reconfortante el pasar del calor al frío con tan solo un toque de monomando. Termino siempre con agua fría. Aunque sea uno de Enero. Me lo enseño alguien a quién sigo estimando. Calzoncillos limpios y otro ser aparece frente a mí. Sonrío y escucho a mis hijas como se llevan de bien, a lo lejos.

A la cama.- Espero que todo el mundo se me duerma en casa. Lo hago yo a su vez pero en el sofá. Despierto malhumorado -palabrita hijo- y medio torcido y sintiendo todas mis articulaciones logro subir a mis aposentos. La niña en mi lado de la cama. Bájala y sube otra vez. La eternidad. Los cascos y El Larguero. La sensación de estirarse sobre la cama, cuando han pasado unas dieciocho horas de trajín es indescriptible. Hoy no toca la pastilla. Una Barbie aplastada por mis riñones se queja y con razón. La aparto y suavemente la deposito en el suelo. Lo demás no me acuerdo…ronco según mi mujer aunque yo lo niego todo.

PD: La comida, la merienda y la cena me la salto por que estoy a régimen y mi endocrino me ha dicho que no puedo hablar sobre ellas que cojo peso.

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2 comentarios leave one →
  1. octubre 5, 2010 8:27 am

    ¡Muy bueno! … aunque no relatas nada del otro mundo (un día cualquiera), lo haces con mucha gracia e ironía, incluso me has recordado un poco al libro «Sin noticias de Gurb» en la forma de redactar …

    Saludos

  2. mayo 28, 2013 1:48 am

    Me gusta mucho. Es un relato buenísimo.Felicidades.

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